Ya habiénsose bebido nuestra propia soledad originaria, tunel al reencuentro con uno mismo, despojados de piel, como un harapo más, armándonos, amándonos, hilvanamos pieza a pieza, los fragmentos de un todo humedecido, gotas de un todo, aguas de nada... ví, ví tus aguados ojos, diluyendo los ayeres, pincelando amaneceres, ajenos y abstraídos a abiertos horizontes, como las palmas al sol...
Raquel Martinez.
domingo, 20 de febrero de 2011
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